2 Ariadna

Yo soy tenista, lo siento cuando se me pone la piel de gallina cada vez que entro en la cancha. Aunque mi instructor diga que sólo voy a llegar a jugar partidos amistosos con señoras de edad avanzada y tendencias lesbianas. Me gusta este juego, sus tics, sus mañas, su fuera y su dentro de cancha, su precisión de ajedrez, sus variantes, su “es imposible hacer eso, a menos de que lo hagas”, su seriedad y elegancia que dan pie al humor y al desbarranco más inesperados de la temporada. Empecé a jugar tarde, a los 12 años, y poco después empecé a salir de noche mientras entrenaba, pero es que todo era tan perfecto, como una relojería infinitesimalmente ajustada. La faldita que muestra las piernas y la calza abajo que te ajusta bien y te marca han sido para mí la forma de mantener un equilibrio con el que mi instructor ni siquiera sueña. Con ese atuendo he conocido a muchos amigos nuevos en el club, en el colectivo y en la calle, y son con los que al final salgo para intercambiar un poco más que miradas, y son ellos mismos los que después me van a ver a los partidos amistosos y me levantan el ánimo cuando pierdo casi siempre, indefectiblemente. ¿Es que hay sólo una forma de ser tenista? Yo soy una que raramente gana, en la cancha. Soy una tenista de la vida, le quiebro el saque a cualquier rígido que se me ponga enfrente y me gustan los tie-break largos, muy largos. Me llamo Ariadna.

1 Alejandra

Yo me llamo Alejandra. Vine en tren desde Santiago del Estero a Lanús, zona sur de Buenos Aires a la casa de mis tíos maternos, pero esta vez para quedarme. Mi tío y mi tía son los dos solteros, y me han recibido varias veces anteriormente para torneos o campus de entreno. Esta vez que vengo para quedarme me han recibido como a la hija que nunca tuvieron ninguno de los dos hasta que pueda alojarme en el centro de alto rendimiento. Guardo en la valija un vestido que me hizo mamá que aún no he podido usar, porque un poco me avergüenza y en el bolso floreado unos zapatos nuevos, recién comprados. Pero lo que más me da ganas y fe de seguir adelante es mi judogui y mi cinturón que una vez fue negro, aunque esté gastado, con él siento a la vez la necesidad y la fuerza para vencer, con él he vencido a mis rivales con una técnica que según mi maestro de judo es muy depurada y que me llevó a ganar varios nacionales. Él fue quien principalmente creyó en mí, cuando estaba arriba del tatami y cuando me veía hacer los cacharros de barro para los turistas con los que pagaba las clases. Más de una vez no quiso recibir el pago. Él sabía que yo podía hacerlo. A pesar de ser mujer y pesar 49 kilos. Ahora que voy al mundial en Japón, a enfrentarme con rivales poderosas sé que puedo hacerlo. Yo creo en mí.

11 Encantada

Yo soy Encantada. Sí, ese es mi nombre. En primer lugar quiero decir que me valen madres los posavasos. Son el ejemplo de todas las cosas inútiles que cosechamos en nuestra vida de consumidores aburridos. ¿Quién los inventó? Quisiera saberlo, que alguien me lo diga. Otra pregunta que siempre me hago es: ¿hasta dónde puede llegar una mujer? Claro, que en mis tiempos libres, porque trabajo todo el día y casi no tengo tiempo para el ocio, aunque también eso se fabrica. Toda la pinchi vida pensando que el aire es gratis hasta que te compras una bolsa de papas. Creo que yo he llegado bastante lejos hasta ahora. Soy empresaria, sin amo ni patrón y manejo mi propio dinero, mi propio carro y mi propia vida. Hace año y medio tengo un carro-verdulería. Yo elijo qué voy a comprar y vender, dónde, cuándo y a quién. Desde muy temprano en la mañana. El hombre llegó a la luna, sí claro... pero la mujer llegará al sol. Y me siento muy bien acompañada con mi música a todo volumen que atrae a los clientes. ¡Es un carro-verdulería-musical! ¿Por qué lo hago? Esa es una pregunta que aún no he resolvido. Una vez leí que los nigerianos dicen que el mundo es un mercado. Nací en Norcorea, pero acá me ven, en Monterrey, México. ¡Vivan los pantalones elastizados para trabajar, los chiñones con algún detalle y las zapatillas con plataforma! ¡Y viva México, cabrones! ¿Hasta ahí está bien?

10 Lana

Yo soy Lana y trabajo en una distribuidora mayorista de papel que tiene muchísimo trabajo. El trabajo es muy rutinario, primero pasé por ventas, luego me ascendieron a encargada, luego pasé a la administración, luego sigo ahí. Por lo general acá no vemos nunca a gente. La diferencia entre el puesto de ventas y entrar y salir en la gerencia es el tipo de teléfono al que tenemos acceso. Yo por ejemplo tengo ahora uno satelital, sé que cuesta un dinero, pero el papel se vende mucho. ¡Se usa para todo! En América del Sur hay un grupo étnico autóctono que se llaman guaraníes y cuando llegaron los españoles no conocían el papel, para nombrar este nuevo utensilio, y maravillados por sus posibilidades le pusieron como nombre “la piel de Dios”, siempre me lo recuerdo para poder sobrellevar lo rutinario de mi trabajo. Alguien tiene que hacerlo, y me siento bien de poder llevarlo a mucha gente. En mi tiempo libre hago flores naturales prensadas para decorar todo tipo de objetos como tarjetas, vidrios, y muchas otras. Para la oficina uso el uniforme, para el resto del día, mi uniforme de casa. Para el fin de semana cuando voy al mercado verde a vender mis flores me pongo un poco más atrevida. Vivo en alguna ciudad que prefiero no nombrar de los Estados Unidos.

9 Ashley

Yo soy Ashley y corto el pasto. Cuando era pequeña odiaba esas tareas de jardinería pero ya no soy pequeña, el péndulo realmente es que nos hipnotiza. Nuestra vida sube al péndulo y ya estamos sin darnos cuenta en el otro lado. También quería viajar a New York y ser actriz de comedia musical para empezar y luego ser una gran estrella en la costa oeste, pero permanecí acá en St. Clair, un pequeño pueblo al sur de Detroit, la gran capital norteamericana del automóvil. Y estoy felicísima acá y si me lleva un platillo a Cancún también lo estaré pero es lo mismo. Todo es lo mismo. Suelo cortar el pasto con mucho detalle y cuidado, y a veces pienso que soy un maorí pedaleando en su bicicleta eléctrica en Nueva Delhi, ¡cuidado! Un perro se cruza. Puedo sentirlo eso, puedo mucho más que verlo. El olor a pasto recién cortado es el paraíso. La ropa que uso es práctica y poco me importa ella, pero sé que a los demás sí les importa, por eso a veces me visto para los demás. Visto sus ojos con lo que a los demás les gusta verme. Tal vez más adelante, cuando el péndulo se agite nuevamente, me importará la ropa, y diseñaré algo sobre eso, o descubriré la ropa invisible, la que no se puede mirar con estos ojos.

8 Nidia

Yo estudio y trabajo como baby sitter cuidando el bebé de ocho meses de mi hermana. Mientras tanto preparamos con la banda la salida de nuestro primer disco en mi banda de jazz, yo soy la cantante. En realidad siempre viví en Uruguay pero nací en Bulgaria mientras mi padre era comisionado en ese país y mi madre lo seguía con su panza, y yo a mi madre. Soy vegan a morir aunque no tengo mucho tiempo para hacer mi propia comida. Como vivo sola en una casa que heredé hace un par de años que queda en el callejón de los vampiros (lo llaman así porque está lleno de oficinas de abogados) voy seguido a la rotisería de chinos vegetarianos que queda a la vuelta de casa. Yo creo que esta gente no disponía de huevos en su país, porque a todo le echan muchos huevos, que si no es crudo, batido, molido o rallado. Tengo que elegir bien porque yo no como huevo. Me gustan los anteojos tipo Ray Ban, la ropa negra, los tapados largos y se podría decir que detesto mi cabeza llena de rulos, pero más aún el alisado definitivo, por eso los llevo como mi cruz, y con la frente bien en alto. Soy fan de Amelie Nothomb desde su primer libro. Me llamo Nidia.

7 Aurora

Yo soy Aurora y doy clases de yoga. Además soy fotógrafa aficionada pero bastante buena, me han dicho. Vivo con la familia paterna seis meses en Ámsterdam y los otros seis meses con mi madre y su novio en Falkland Islands, ya han pasado así tres años de ir y volver. Tengo dos casas, dos trabajos y el doble de amigos. El arte principal que debe desarrollar una persona, yo creo, es el de hacer regalos. Ahí es donde conectas con la otra persona, entras literalmente en su vida con tu “caballo de Troya”, tu “paquete bomba”. No tiene que ser algo caro, ni última moda, sino, eso que puede cambiar la vida de otra persona, aunque sea uno pequeño. ¿Y saben lo que hago cuando voy y vuelvo a mis casas? ¡Traigo regalos! Tengo seis meses para pensarlo, soy como Proserpina. Para vestir me gusta usar nada raro, pero el cabello siempre suelto, y los accesorios celtas que encuentro, los colecciono. También tengo colección de fotos de mis alumnos mientras meditan, no puedo evitarlo, la expresión en sus rostros es simplemente… de éxtasis. Adoré Gummo aunque nada supera a Pink Flamingos, hasta el momento por lo menos.

6 Trini

Yo soy Trini y trabajo como cajera en un minimarket en Santiago de Chile. Me vine sola hace unos meses desde Quito porque mi madre y mi hermano habían ingresado al culto yoruba y tenía muchas pesadillas. Antes de venirme hicimos un sacrificio con sangre de un animalito. No cuento esto a todo el mundo porque puede dar a pensar cosas muy bestias, pero en verdad es que la sangre es poderosa y no todo el mundo puede y sabe utilizarla. En el minimarket estoy feliz. He hecho muchos amigos, la gente acá es muy simpática y me trata bien, todos quieren saber de dónde soy y qué se siente estar en la línea de la mitad del mundo. ¿Qué se va a sentir? Pues nada. Para vestirme ahora estoy abierta al reciclaje de los amigos que quieran prestarme ropa de invierno que ya no utilicen, pues me vine con mero de verano y es muy cara la ropa por acá. Además, mi tía, que estoy parando en su departamento en la calle Portugal, no tiene ropa de mi talla. Está muy grande y de color muy oscuro.

5 Susan

Yo me llamo Susan y soy de Inglaterra. Mi pasatiempo es desde chica coleccionar almohadones bordados que pronto comencé a hacer yo misma para regalar primero y luego para vender. Si me mandas una foto de tu mascota puedo hacerte un lindo almohadón con un bordado de su carita, ¡a cualquier parte del mundo! A pesar de autosustentarme con este oficio y de tener un sueño cumplido en un momento me pareció que debía hacer algo más por mí misma y por los demás, fue cuando cumplí 29 años, lo recuerdo perfectamente. Puse en alquiler mi piso en Londres y con lo que había juntado de los almohadones más algo que me prestó papá me mudé a Madrid y compré en la calle del Buen Amor un apartamento de dos plantas en donde me instalé. En la planta alta vivo yo con Pulgas, mi perro Beagle, y en la planta inferior puse una librería de libros todos en inglés. Tiene mucho éxito y muchas ventas. Hago envíos a todo el mundo y siempre lleno de gente. Me visto como siempre me vistió mamá, como una princesa, yo digo que “rusa”, ella no sabe, está en el psiquiátrico. Desde que dejé las benzodiazepinas me siento un poco rara y he empezado a beber un poco. Papá dice que eso pasará, aunque no sabe que bebo, pero sólo cuando charlo a la noche con mi chico mexicano en el skupe skupe doo, como lo llamamos. Él tequila, yo sólo margaritas.

4 María

Yo soy María y soy de Cali, Colombia. Tengo una boca enorme y mucho pelo con muchos rizos de color colorado. La boca la pintas roja para que se vea más pequeña, o de colores oscuros, nunca un rosadito, porque te agranda. Las pestañas siempre con rimmel, que te agranda los ojos. El brillo me va y me sienta bien, además es fácil corregirlo y si te lo comes no se nota. Y perfume, siempre perfume en las muñecas y detrás de las orejas, uso uno caro: D’eté de Kenzo, el original. Claro que para ponérselo mejor uno bueno, sino, nada. Trabajo como secretaria de una dentista de niños mientras termino mi licenciatura en comunicaciones. Quiero ser locutora profesional ya que no puedo ser cantante. No es que me falte la voz o el estudio, sino que nadie puede concentrarse en tu voz cuando estás clavada en una silla de ruedas desde los 10 años. Lo tengo asumido y ya no batallo contra ello, los que no puedan aceptarlo es problema que no me incumbe, no puedo hacer nada por ellos, yo voy siempre p’alante. No soy moneíta de oro, pa’ gustarle a todo el mundo, como decía el comandante. Adoro cocinar y las blusas blancas con vuelos y cintas, aunque sé que son bastante incompatibles. ¡La salsa colombiana no perdona, niño!

3 Polly

Yo soy Montse, pero me dicen Polly. Me fascina mirar como bailan la saya caporal boliviana, aunque no bailo, más bien me interesa conocer el tipo de energía que se desenvuelve en todo tipo de danzas y conocer sus orígenes. La tarantella por ejemplo, está relacionada con las arañas tarántulas, aunque no se crea. Empecé a viajar a los 18 años, con mis primeros ahorros como manicurista en un salón y aprendí en Canadá el arte y el oficio del masaje tailandés tradicional. A partir de ahí viajé gracias al oro en polvo que descubrí poseía en las manos y he dado masaje thai en todas las playas y parques del Mediterráneo en las que anduviese necesitando un poco de metálico. El masaje thai bien dado incluye una danza entre el dador y el recipiendario que pone en práctica el concepto del metta, o amor universal, que está vinculado con este oficio. Este concepto debe partir del corazón y envolver como una crisálida todos los aspectos de nuestro diario vivir. La forma en como uno se muestra al mundo es una de ellas, por eso uso vestimenta sencilla, cosida a mano, de lino o cánamo en lo posible, de colores claros y lisos, y sandalias compradas en Perú hechas con neumáticos usados. Hace varios años escribo periódicamente en un blog que se llama Garbí mis ensayos sobre diversos temas y vivo con mi amiga Pi en una granja okupa en un pueblo fronterizo de Alemania, ella no es sólo mi amiga, es la medida de todos mis diámetros. Originalmente soy de Barcelona, España.

2 Pippa

Yo soy un ser humano, para empezar y para terminar. Siempre dije que vivía arriba de mis zapatos y debajo de mi sombrero porque realmente creo que la residencia fija se parece más a un ataúd que a un hogar con chimenea, un gato castrado y dos niños corriendo arriba y abajo las escaleras. Aunque no me gustan las etiquetas debo reconocer que nací en Lucerna por accidente, pero viví toda mi infancia cerca del lago de Como y que desde que tengo pasaporte viajo por toda Europa, Asia Occidental y Norte de África como si yo fuera el mejor hashish 00 que puedas encontrar en el mercado. Creo firmemente que como ciudadanos conscientes deberíamos proveer a los perros que están en la calle de asilos temporarios donde pasar la noche, y también baños subvencionados por el estado. Cuando vivo en la ciudad hago dibujos para los turistas, pero en este momento me encuentro en un pueblito del este de Alemania, muy cerca de Polonia, cosechando mis propios vegetales junto a una amiga. El mes pasado cosechamos un zapallo gigante que hemos dejado junto a la puerta y mucho maíz de pequeño marlo y granos enormes como los que suelen cosechar los bolivianos. Me encantan los piercings and modifications, ellos me visten mejor que cualquier atuendo, que suele ser un par de vestidos amplios comprados en El Rastro y un cinturón con tachas, lo único que me quedó de mi hermano. Practico la religión wicca y me llamo Elizabeth, aunque me dicen Pippa y así me gusta.

1 Brenda

Yo soy Brenda, abogada y tengo 30 años recién cumplidos. Soy de Tauro. Tengo cinco hermanas una de las cuales, mi melliza está ahora en el cielo. También mi papá, murieron juntos en un accidente de coche. Mi familia originalmente es de Ibiza, pero ahora vivo con mi novia y otras personas en una buena zona de Madrid, el Retiro. En mi profesión soy muy prolija y eficiente, pero en mi vida emocional soy desordenada y aunque la complejidad me atrae al practicarla suele traerme muchos problemas. La astrología no me ayuda. Soy incondicionalmente infiel a mi pareja, que es la bondad y la belleza personificadas, pero nunca puedo hacerlo cuando ella está de viaje, es una especie de deslealtad que no me permito. Ella tiene que estar presente. Soy rubia, mis ojos son celestes, amo el agua y no bebo nada de alcohol, lo más fuerte que bebo es limonada bien cargada. Estoy en el facebook poco tiempo pero me gustan las conversaciones arriesgadas, soy frontal y no salgo mucho de noche. Me gusta la ropa con buenas telas pero que no sea demasiado llamativa, pantalones, zapatillas y nunca uso gafas oscuras. No me gustan los tacones en el trabajo.

11 Azucena

Yo soy Azucena, tengo un gato que se llama Tamaro y tuve otro que se llamaba Canelo. Adoro los gatitos y espero el momento de tener un lugar bien grande para poder adoptar más, especialmente los que son abandonados en la calle y no sabemos bien dónde terminan, y tampoco quiero imaginarlo. Leo todo lo que encuentro sobre culturas precolombinas y colecciono objetos de bronce, para eso voy a los anticuarios y ferias que a veces se arman en las plazas para ver si encuentro algo. Más que nada a las ferias, porque por lo general no son tan comerciantes como los anticuarios, que tienen que pagar un alquiler y los impuestos con lo que yo les compro. En cambio en las ferias a veces hay gente que saca cosas que eran de su familia y termino escuchando historias de adornos, candelabros y posavasos. No me disgusta para nada, trato de recordar algunos detalles y escribo relatos en mi celu que luego publico en mi blog. Me gusta vestirme con remeras más grandes de mi talla y pantalones camuflados, zapatillas y en el pelo me hago una cola. Muy fácil.

10 Tamara

Yo cuido un par de ancianos. No sé por qué no existen dos conductos diferentes para tragar y para respirar. No puedo tomar una pastilla sin sentir angustia de asfixia o sentir que terminaré con la pastilla dentro de mis pulmones y en la primer guardia de hospital si es que llego. Quiero morir joven o al menos, disponer de mi cuerpo hasta el momento en que los médicos empiecen a disputárselo. Toda la cuenta del teléfono, la pensión y la ayuda de los hijos va a parar a los médicos, enfermeros y consumos medicamentosos de la pareja de ancianos que cuido todas las mañanas. Cuido es una forma de decir, ya que es más lo que ellos me cuidan a mí que lo que yo a ellos. Siempre me preparan tisanas con los ingredientes justos para el humor que estoy necesitando y sé que se hacen los que necesitan mi ayuda para las tareas más elementales. Caridad, así es como le llaman, y por dejarme dejarlos ejercerla me pagan. Aunque soy su nieta, igual siempre iban a ayudarme. Me encanta la ropa vintage, y suelo saquear el ropero de mi abuela a escondidas rescatando verdaderas joyas inencontrables, aunque ella también lo sabe. De chica me decían Tami, de grande sólo Tamara.

9 Cecilia

Yo me llamo Cecilia y pido colaboración a cambio de estampitas del Sagrado Corazón, San Expedito y San Cayetano en el bajo centro, cerca de calles Godoy Cruz o Las Heras. Todavía recuerdo el día que descubrí la verdadera diferencia entre el bien y el mal. Yo tenía 16 años y un dolor de cabeza impresionante. Me tomé un ibuprofeno líquido y en 15 minutos todo había pasado, fue como el día y la noche, el blanco y el negro. No sé nada de religión ni me interesa tomar partido, sólo veo que la gente queda muy agradecida de recibir una palabra o una imagen que la ayuda en sus momentos difíciles, y para mí da lo mismo que sea uno o el otro. Sé que de alguna forma ayudo a la gente porque ella siente que reciben ayuda extra, y como las prostitutas, contribuyo al bienestar general de la sociedad con un trabajo que no siempre es reconocido ni agradecido. Además otra ventaja de este trabajo es no tener jefes ni horarios y que contra más vieja más convincente. Soy como una especie de sacerdotisa y vendedora ambulante y siempre me visto teniendo en cuenta esa extraña mezcla: algo práctico y algo enigmático y aros siempre redondos que son mis preferidos.

8 Ivana

Yo soy bici policía. Todos conocen nuestro atuendo y supongo que coincidirán en que, como la ley, a pesar de que todos somos iguales, algunos somos más iguales que otros. Voy a que las calzas y las remeras de material elástico son muy demostrativas y no nos quedan a todos los policías en bicicleta del mismo modo. Yo no soy de las más favorecidas aunque tampoco rankeo en última instancia. Más de un peatón se acerca a preguntarme nombres de calles y direcciones aunque no tengo puesto ningún cartel de informes sobre el casco reglamentario. Yo soy policía oiga, no idiota. Generalmente vamos tranqui en las bicicletas para arriba y para abajo dentro de un circuito preestablecido, voy escuchando reggaeton en el mp4 y me gusta dejar mi marca de rouge color rojo bombero Max Factor en los vasos de poliuretano expandido cuando nos detenemos a tomar un café y una torta al hacer nuestro descanso. Es irónico eso del color del rouge. Siento que todo lo que creemos estable y permanente se mezcla y recombina de maneras impredecibles cuando caminamos dando la espalda, o cuando dormimos y despertamos al otro día. Policías y bomberos. Yo no lucho contra el fuego, es más, muchas veces he pasado días helados pedaleando para entrar en calor luchando contra el frío. Ya no lo siento tanto, es una cuestión mental me han dicho. Casi soy una chamana. Me llamo Ivana.

7 Noelia

Yo atiendo de lunes a sábado en horario de mañana una cabina de rapipago dentro de un Hipermercado Libertad. En setiembre van a ser dos años. Me llamo Noelia, Noe para los que me conocen y me vuelvo loca por las cebollitas en vinagre desde que un día mi papá trajo varias botellas de un cliente que se las había dado como forma de pago. Me cuido mucho las manos y siempre las tengo hechas y pintadas. Me gustan mucho los colores de novia del tipo cremoso y hacerme la francesita con un set que mi hermana me regaló para el último día del amigo. En mi trabajo se lucen mucho las manos y también las remeritas, las blusas y las camisas lindas pero cómodas, sobretodo no muy ajustadas. De chica aprendí guitarra criolla y danzas folclóricas en los talleres que se dictaban en el Teatro Independencia pero de eso no me acuerdo nada de nada. Solía ser imbatible con el Sega pero creo que estoy un poco desactualizada. A la Play nunca alcancé a agarrarle la mano.

6 Julia

Yo cargo gas en una estación de GNC de Godoy Cruz, me llamo Julia y para trabajar siempre uso la misma ropa: un uniforme de pantalón y camisa negros con vivos amarillos y una gorrita con el logo de la empresa. Me maquillo y me perfumo para ir al trabajo y lo que más remarco son mis pestañas con un rimel made in France de dos fases, la primera las engrosa con una especie de gel de color blanco y la segunda las tiñe de negro haciendo que parezcan más largas y abundantes. Me aburro bastante en el trabajo ya que es muy repetitivo pero mis compañeros son muy graciosos y siempre me están haciendo chistes. Lo que más disfruto es tomarme una gaseosa con ellos los días de verano en que el asfalto parece derretirse y también ir a mi clase de telas en la Vieja Estación los martes y sábados por la tarde. Esos días llevo musculosa y calzas debajo del uniforme y como es bajada en la bici llego en sólo diez minutos. No sé por qué pero me siento un poco como Sarah Connor, esperando y entrenando, algún día será mi oportunidad de hacer algo importante, tal vez salvar el mundo.

5 Lorena

Yo atiendo el teléfono en la sección propiedad intelectual y marcas de la Bolsa de Comercio que queda en Peatonal y España. La gente que llama es atenta pero no siempre entienden o se acuerdan de todo lo que les digo por eso hablo de forma pausada y amable. Les digo mi nombre: Lorena y les pregunto el suyo. No siempre quieren dármelo especialmente las mujeres. En general llaman todos hombres de entre 25 y 50 años, lo sé porque cuando vienen quieren que yo los atienda y dicen su nombre y preguntan por el mío en mesa de entradas. Alrededor de las 11 y media se produce el pico de llamadas, dos o tres, raramente cinco, de las cuales siempre una es el interno de Ruta del Vino o Logística para Medianos Productores que me invitan a hacer un break a media mañana. Cuando no hay llamadas suelo quedarme espiando por la ventanilla del tercer piso hacia la peatonal o a las palomas en los nichos, pero luego me abro el Messenger y bajo las actualizaciones de programas o videos de todas las películas de Jennifer Tilly, Aitana Sánchez Gijón y Juliette Lewis. Me gustaría vestirme como la visten siempre a Sarah Bonham Carter y también me gustaría llamarme Uma, que quiere decir caballo.

4 Ana Clara

Yo soy secretaria de un estudio contable en donde trabajan un veterano contador que no toca las computadoras a no ser para jugar snooker o tetris y su hijo, un joven contador que está todas las tardes pasando datos a programas que la DGI o Rentas pone a disposición en sus portales. Sé hacer balances aunque no cuadrarlos, liquido sueldos si estamos apurados en setiembre y mi especialidad son las redacciones de estatutos y las declaraciones juradas. El café no es muy bueno pero siempre ofrezco porque de ese modo cobramos más caro las mas ínfimas certificaciones. En mi trabajo también se espera que dé charla, ni demasiado poca ni suficiente para dispersarlos, a los clientes y amigos que esperan ser atendidos para recibir consejo profesional o el resultado de algún peritaje. A veces les muestro, como una atención especial, los cuadros de los hijos del contador a los que son nuevos clientes o a los arrepentidos que vienen en busca de salvataje, y ésa es la principal razón por la que siempre llevo tacos y faldas. Me gusta escuchar el discreto sonido de los seis centímetros sobre el porcelanato y a los contadores no suele desagradarles, como así tampoco la cálida sonrisa que les dispenso todos los días de lunes a viernes a las 20:30, cuando los saludo para retirarme. Ana Clara es mi nombre y cuando hago after me pongo Boss Femme al bajar en el ascensor hasta la calle.

3 Elena

Yo soy maquilladora en la morgue de la quinta sección llamada Los Cipreses, aunque todos la conocen como Boito porque es el apellido de los dueños, dos profesores de matemática de escuela secundaria. Mi trabajo es tranquilo y muy apacible, aunque suelo no tener horarios fijos y trabajar a cualquier hora incluso en la madrugada. Siempre me arreglo para ir a trabajar porque nunca se sabe, a veces me ha tocado atender a los deudos de los difuntos, gente muy enseriada que requieren sobriedad y elegancia aunque ellos no estén a veces en el momento para advertirlo. Pasar desapercibida es un arte que aprendí a desarrollar a la par que los afeites para los que vienen horizontales. Nunca tuve ningún temor de quedarme sola en los sótanos mientras maquillaba, al contrario. Los días de verano me inclino a quedarme en ropa interior y eso se me está haciendo una especie de costumbre. Los dueños me dejan sola, aquí a nadie se le ocurre venir robando, y con lo caros que salen estos artefactos. Algunas veces, a mí, Gelen o Elena como dice en la cédula, me han preguntado si ideas extrañas cruzan por mi cabeza de a ratos. Sé a qué se refieren y confieso que no las he puesto en práctica pero tampoco las he descartado.

2 María Paula

Yo soy encargada de stock y hago los inventarios anuales de la Papelería Entre Ríos, la más grande del centro. Adoro el papel chambril y puedo asegurar que el papel vegetal ya no viene como antes. Odio la goma eva, me parece vulgar y no es biodegradable. Estoy mayormente sola aunque subo y bajo constantemente por una escalera pequeña llena de colillas de cigarrillos y hablo con el dueño y el gerente que no por casualidad son la misma persona, un judío llamado Kemelmajer. Tengo una radio sintonizada en la cien punto nueve pero cuando me aburro ya que mi trabajo nunca empieza ni nunca termina verdaderamente bajo a ayudar a Ofelia en el sector de insumos artísticos y papeles especiales. Por lo general visto un jean o una calza de gimnasia y una remera o buzo de colores oscuros; el cabello lo llevo amarrado en una cola de caballo. Hay mucha tierra en el depósito y a veces creo que debería pedir que me compren guantes para no arruinarme las manos. Cuando bajo a ayudar a Ofelia a vender esfuminos, tinta china y tizas al agua me suelto el cabello, los estudiantes son tímidos o un poco evasivos, pero sé que suelen notarlo. Una tarde cuando el gerente había subido al depósito nuestros traseros se rozaron, aunque yo hice como si nada hubiera pasado. Mi nombre es María Paula y tengo una interesante colección de lapiceras Micro y también Parker.

1 Laura

Yo soy vendedora en el kiosco del aeropuerto Francisco “Pancho” Gabrielli, visto un trajecito celeste tiza con mínimos bolsillitos plaqué de color azul francia a ambos lados de las solapas. Me maquillo suavemente los ojos y apenas pongo brillo en mis labios para no dar lugar a equívocos a los constantes pasajeros que pasan por la terminal. Más de una vez he tenido que decir que no vendo esto ni lo otro. Por lo general hay chilenos en tránsito, algunos brasileros y argentinos mayormente. Falo algumas palavras em português. Obrigada y o seu cambio. Lo que más vendo son cigarrillos, Mentitas, pañuelos tisúes, botellitas de vino y también hago carga fácil y la tarjeta Redbus prepaga. Vengo siempre en el 86 a las 8 de la mañana y me voy puntualmente a las 15:30, a veces tomo un taxi. Antes de irme paso por el baño a retocarme el brillo de labios y saludo al chico que cobra las tasas de embarque. Como maneja solo dólares nunca me ha podido ayudar a dar cambio. Mi nombre es Laura.