1 Alejandra

Yo me llamo Alejandra. Vine en tren desde Santiago del Estero a Lanús, zona sur de Buenos Aires a la casa de mis tíos maternos, pero esta vez para quedarme. Mi tío y mi tía son los dos solteros, y me han recibido varias veces anteriormente para torneos o campus de entreno. Esta vez que vengo para quedarme me han recibido como a la hija que nunca tuvieron ninguno de los dos hasta que pueda alojarme en el centro de alto rendimiento. Guardo en la valija un vestido que me hizo mamá que aún no he podido usar, porque un poco me avergüenza y en el bolso floreado unos zapatos nuevos, recién comprados. Pero lo que más me da ganas y fe de seguir adelante es mi judogui y mi cinturón que una vez fue negro, aunque esté gastado, con él siento a la vez la necesidad y la fuerza para vencer, con él he vencido a mis rivales con una técnica que según mi maestro de judo es muy depurada y que me llevó a ganar varios nacionales. Él fue quien principalmente creyó en mí, cuando estaba arriba del tatami y cuando me veía hacer los cacharros de barro para los turistas con los que pagaba las clases. Más de una vez no quiso recibir el pago. Él sabía que yo podía hacerlo. A pesar de ser mujer y pesar 49 kilos. Ahora que voy al mundial en Japón, a enfrentarme con rivales poderosas sé que puedo hacerlo. Yo creo en mí.